viernes, 6 de abril de 2007

¿De qué hablamos cuando hablamos de género?

Francisco López Serrano

Son dos palabras que se han incorporado al lenguaje común, representando conceptos actualmente de “moda”, y sin embargo, no siempre se usan teniendo claro qué significan realmente. Hablamos de “género” y de “psicosomático”. Pero, ¿de qué hablamos cuando usamos estas palabras, estos conceptos? Vamos a intentar explicarlos a continuación.


GÉNERO

En los años 60 del pasado siglo el Dr. Money, médico norteamericano, pediatra y endocrino, atendía a lactantes y niños que habían nacido con alteraciones biológicas que afectaban su desarrollo sexual (físico).

Ya entonces se conocía que al sexo femenino le correspondían dos cromosomas X y al masculino un cromosoma X y otro Y. Por otra parte, se habían descubierto las diversas hormonas sexuales, tanto femeninas como masculinas y no solo se sintetizaban en laboratorio sino que se fabricaban substancias que no existiendo en la naturaleza tenían un efecto hormonal mucho mayor que el de las propias hormonas “naturales”. Así pues, Money disponía de recursos diagnósticos y terapéuticos para intervenir en los diversos casos que se le planteaban.

En líneas generales, en algunos de ellos el sexo genético no era ni femenino ni masculino (X0, XXY...); en otros el sexo genético no concordaba con el sexo “aparente”; o existiendo concordancia, no se produce un desarrollo normal. El tratamiento buscaba en la mayor medida posible ajustar el desarrollo sexual a la apariencia genital y en ultimo extremo al sexo genético.

Existían fracasos que se atribuían a factores biológicos aun desconocidos. El caso de una familia hizo descubrir a Money el concepto de genero:

Nació una criatura en un estado intersexual biológico; se determinó el sexo genético que resultó ser XY (varón); sin embargo, la familia, por apariencia externa, desde el nacimiento había considerado a la criatura como niña (una niña “rara”, pero niña). Money aplicando protocolos, trató con hormonas masculinas a la criatura para que su sexo aparente (caracteres sexuales primarios y secundarios) se desarrollara concordante con el sexo genético (varón).

El tratamiento se prolongó meses y no daba ningún resultado, es más, los niveles de hormonas en plasma y orina no concordaban con el tratamiento, pues había mas hormonas femeninas que las que se suponía que debía haber...

Money preguntó a la familia cómo vivía y sus integrantes le contaron que era tradición desde hacía generaciones organizar con frecuencia fiestas familiares en las que las personas de diferente sexo bailaban entre si, y que los adultos tomaban en brazos a los bebes del otro sexo y bailaban.

Esta criatura que trataba Money recibía habitualmente a través del baile unos estímulos sensoriales y afectivos muy poderosos, ante los cuales, las hormonas externas que recibía nada podían hacer.

Como la familia no iba a cambiar sus hábitos y ya consideraba a la criatura niña, Money modificó su estrategia aplicando hormonas femeninas que reforzaron el efecto del baile y dieron, como quería la familia, una niña ( aunque genéticamente seguía siendo varón).

Money revisó todos sus fracasos terapéuticos y llegó a la conclusión de que los estímulos sensoriales, sociales y emocionales desde el nacimiento (periodo crítico) son prevalentes para determinar los caracteres sexuales secundarios, especialmente los psicosociales (comportamiento, actitudes, emociones y afectos), Estos estímulos, por sí mismos, son causa de cambios hormonales en el sujeto, ante los cuales las hormonas exógenas son ineficaces.

De igual manera que existen periodos críticos en el desarrollo biológico del embrión, y está admitida en etología animal la existencia de un periodo critico para la ”impronta” y el “troquelado”, los dos o tres primeros años de la vida humana constituyen un “periodo critico” para el desarrollo (psicológico) del yo.

Money comunico sus hallazgos clínicos a un compañero, médico psicoanalista, Stoller, y ambos descubrieron la palabra género para referirse a todos aquellos caracteres sexuales secundarios que aparecen, desaparecen o se modifican por estímulos familiares de índole psicosocial, en los primeros años de vida. Género es, pues, un concepto clínico, tanto en Medicina Interna como en Psiquiatría, de donde pasa a las Ciencias Sociales.

De aquí vamos directamente al concepto de psicosomático.

PSICOSOMÁTICO

Cuando después del “periodo crítico” del que hemos hablado, una persona sufre problemas psicológicos, de cualquier causa (algunas veces secundarios a una enfermedad física), estos se pueden manifiestan a través de síntomas corporales (que no son imaginarios ni simulados). Entonces hablamos de enfermedad psicosomática.

El sujeto puede no tener conciencia de sus problemas psicológicas y creer que sus síntomas responden sólo a una enfermedad física (lo malo es que su médico también puede pensar lo mismo).

Las emociones no resueltas desencadenan alteraciones bioquímicas y metabólicas en el cerebro y no olvidemos que este no sólo es la sede del pensamiento y de las emociones, sino que directamente o a través del sistema endocrino (hormonas) también es la sede de los sentidos (dolor), de la musculatura corporal (tono) y de los diversos órganos y aparatos del cuerpo (aparato circulatorio).

Un trastorno psicosomático que se prolonga en el tiempo, llega a producir lesiones especificas temporales o crónicas en los órganos afectados; estas alteraciones pueden persistir después de resuelto el conflicto psicológico desencadenante.

De igual manera que un trastorno físico (un accidente fortuito) puede desencadenar problemas psíquicos, que no impiden que el trastorno físico asociado siga su propio curso; un trastorno psíquico se puede “convertir” en físico, lo que puede hacer que el trastorno psíquico siga presente aunque no dé síntomas psicológicos específicos. Así, una de las consecuencias más importantes del síntoma psicosomático es que nos permite, tanto a profanos como a especialistas, observar cómo los seres humanos no somos un cuerpo más una mente que van por separado, sino la íntima relación de uno con otra y el sistema integral que forman, de manera que debamos hablar de la salud en general como un todo indisoluble.

Publicado en POLÍTICA, REVISTA REPUBLICANA, número 60 (enero-marzo de 2007).

Francisco López Serrano es psicoanalista y coordinador de la Fundación Bachué