domingo, 10 de febrero de 2008

RESPUESTA DE LA FUNDACIÓN A LOS MEDIOS

Como respuesta al asesinato y posterior suicidio ocurrido el día 4 de febrero de 2008 en Guadalajara hemos enviado la siguiente carta a diversos medios de Guadalajara y Castilla La Mancha:

A LOS MEDIOS


Trabajamos desde hace tiempo sobre las causas de la violencia de género en sus diversas formas.
El asesinato ocurrido en Guadalajara, el pasado 4 de febrero, nos permite hacer una reflexión pública.
En primer lugar nos llama la atención que la mujer, que tuvo una hija con el homicida hace ocho años y ya en aquellas fechas le denunció por maltrato, haya mantenido durante todo este tiempo la convivencia con el hombre que ha terminado con su vida.

Interesa conocer los motivos que llevan a tantas mujeres como ésta a mantener una relación abusiva con un hombre o sucesivamente con varios, a veces, durante muchos años, otras, hasta que la muerte lo remedia.

Generalmente, se piensa en la dependencia económica de la mujer o en el miedo que la víctima siente y que le impide alejarse de él. Algunas veces esto puede ser cierto, sin embargo, quienes trabajamos esta problemática sabemos que en casos como éste, son otros los mecanismos.


Uno de los factores que facilitan el comienzo de este tipo de relaciones se encuentra en la idea del “amor romántico” que impide a la “enamorada” percibir los defectos de carácter del hombre o creer que ella con su amor podrá cambiarlo ( el amor lo puede todo, el amor por encima de todo… “con esta ceguera con que nos queremos”). Todos estos “ideales” vienen reflejados tanto en el cine, tv, como en numerosas canciones que alimentan la dependencia y adicción sentimental.

Ante una mujer maltratada hay que preguntarse cómo fue su infancia, si sufrió por parte de su padre o de su madre algún tipo de maltrato o abandono emocional… si aprendió en la niñez a tener resonancia afectiva, porque los rasgos de carácter y de personalidad que llevan inconscientemente a un “amor romántico” y posteriormente a una relación traumática se inician en la niñez.
Hay por tanto que tener en cuenta tanto los factores sociales, culturales como psicológicos que son interdependientes y que conforman el carácter en el ser humano

Cuando una mujer comienza una relación sentimental asociada a abuso, violencia, o estrés, se produce una “unión traumática” que intensifica fuertemente los sentimientos afectivos y que desencadena una intensa dependencia emocional que podemos calificar de “adicción afectiva”. Esta situación guarda cierto parecido con la de aquellas victimas de terrorismo o de secuestros que pueden llegar a establecer una relación sentimental traumática, compulsiva e intensa con alguno de sus agresores (“estrés postraumático”, identificación con el agresor, síndrome de Estocolmo).
La diferencia es que la mujer maltratada “elige” a su maltratador y la víctima de un secuestro no.
Sin embargo los mecanismos son análogos en ambos casos. El “estrés postraumático” induce cambios de carácter o personalidad que refuerzan la unión.
Reconocer este hecho no implica ni justificar el delito, ni añadir un estigma a la mujer, sino simplemente ver la realidad para poder afrontarla.
Desde el punto de vista penal solo hay un culpable el delincuente.

Las mujeres que, después de una infancia que no les ha permitido desarrollar plenamente su carácter y personalidad, establecen una “relación traumática” con un hombre altamente problemático, tienden a esforzarse en asumir la responsabilidad del funcionamiento de la relación y de la familia. Aunque el hombre no colabore estas mujeres harán lo que sea: trabajarán más, sacrificaran su vida personal para “salvar” a su pareja, para ayudarle a corregir sus defectos y para sacar adelante a la familia, los hijos…, generando a su vez en ella, un sentimiento de culpa pensar en acabar definitivamente con la relación.

Esta actitud, que es de hecho sumamente dañina y perjudicial para la mujer y sus hijos, es sin embargo, legitimada por el ambiente social y familiar mas próximo a ella, que considera su actitud “oblativa”, su sacrificio, como dignos de alabanza e indicadores de
una actitud femenina y virtuosa por parte de ella, lo cual, cierra aún más el círculo, refuerza la “unión traumática” y la conducta del maltratador.

La legislación penal ante estos casos es insuficiente, puesto que también es necesario contemplar la posibilidad de actuar sobre la mujer para modificar su actitud y así acabar con la relación o con la posibilidad de repetirla con otra persona, es decir, romper los mecanismos psicológicos que hacen que la mujer no desee el alejamiento sino que busque el cambio del maltratador a cualquier precio, incluso, a veces, hasta la muerte.
Ante los problemas, el cambio tiene que venir por el propio cambio personal y profundo que rompa los mecanismos internos que nos llevan a relaciones de abuso y maltrato y a mantenerlas largos periodos o toda la vida.

Por último conviene destacar que nos referimos a cualquier forma de abandono emocional o maltrato, no solamente a los casos de lesiones físicas o muerte, porque las situaciones de daño psicológico son muchísimo mas frecuentes y además afectan de manera muy especial a los menores, que muchos de ellos, reproducirán el mismo ciclo de la violencia u otras patologías psicosociales desde la anorexia a las drogas, desde la prostitución a las conductas antisociales, desde la depresión a los trastornos de ansiedad.

Es necesario reformar el Código Civil porque la prepotencia del maltratador se ve reforzada sabiendo que haga el daño que haga a los. menores que llevan su apellido y son legalmente sus “sucesores” éstos no pueden actualmente renunciar a la filiación con todas las consecuencias jurídicas que esta conlleva


Ong Fundación Bachue Madrid

No hay comentarios: